viernes, 7 de septiembre de 2012

Un problema en la sangre.Ocho embarazos. Un bebé.



Mónica Bordino de Maresca pasó cuatro de sus 36 años buscando un hijo. Tuvo siete embarazos; a todos los perdió entre la semana seis y la siete de gestación. El octavo se llama Santino. Aquí está su historia:

Mi luna de miel
"La primera vez que quedé embarazada fue en 1998, durante la luna de miel, pero la ilusión duró poco. Dos semanas después, ya en Buenos Aires, mi marido Exequiel me llevó al hospital con un dolor imposible. Me tuvieron que hacer un raspaje para descartar infecciones, y esa misma madrugada perdí mi primer embarazo. Aunque me decían que esto podía ser normal fuimos a ver un especialista en embarazos de alto riesgo. El diagnóstico no tardó en llegar: síndrome antifosfolipídico. La solución -según el médico- era tomar una dosis diaria de aspirineta. Con esa misma medicación quedé embarazada otras tres veces más, y sistemáticamente los perdí.
En ese momento también nos enfrentamos a la burocracia de las medicinas prepagas: sólo consideran que un embarazo es de alto riesgo a partir del ¡cuarto aborto!"

¡Vos estás loca !
"Yo sentía dolores todo el tiempo, no sólo cuando perdía los embarazos sino también durante ellos, pero ese médico me decía que era imposible. Después comprendí la razón: si le sacás al feto el suministro de sangre, el cuerpo lo empieza a rechazar. El proceso termina en una suerte de trabajo de parto: las contracciones se hacen cada vez más seguidas… hasta que llega la paz...
En los embarazos que siguieron siempre tuve los mismos síntomas, y sabía el triste resultado al que me llevaba ese dolor.
En una oportunidad el médico me mandó directamente al psicólogo: ¡'Vos estás loca!', me dijo. Durante un año, estuve escuchando que yo era la responsable de las pérdidas, que de algún modo inconsciente me provocaba los abortos." 

Imágenes
"En la mayoría de los embarazos, las ecografías mostraban sacos gestacionales, pero no embriones. Salvo cuando quedé embarazada de los mellizos: ahí sí pude ver sus corazoncitos latiendo… Este embarazo se produjo después de un cambio de médico. El especialista -un doctor reconocido, al igual que el anterior- descartó la aspirineta y me indicó heparina -un anticoagulante inyectable- en bajas dosis. Pero los dolores aparecieron otra vez, y dos días después de la ecografía, ya había perdido a los mellizos. Lo único llamativo fue que esta era la primera vez que la gestación había avanzado tanto.
Sin embargo, el médico decidió probar con gammaglobulina, una medicación que te inyectan en forma endovenosa durante siete horas seguidas. ¿El resultado? El mismo de siempre."

Ensayo-error
"Cada fracaso implicaba una nueva medicación. Después del último aborto, el médico decidió volver a probar con la heparina, pero ésta vez preconcepcional. 'Esto es ensayo-error', me repetía.
La prescripción era inyectarme una dosis chica, de 20 ml. en el día 15 del ciclo, y aumentarla a 40 ml. cuando el test de embarazo diera positivo. Pero nada cambió." 

¡Basta!
"Cada nuevo intento era un golpe de estrés: me enteraba del embarazo a la semana cinco y a la séptima, lo perdía. Entre las líneas del test de embarazo y las cifras de los análisis clínicos, mi vida se había convertido en un descontrol. Estaba obsesionada con tener un hijo, pero no quería seguir entregando así mi cuerpo. Había soportado cientos de estudios: me metieron una cámara para ver el estado del útero, me punzaron para la extracción de vellosidades coriónicas y me sometieron a varios raspajes. Probaba con aspirineta, heparina en bajas dosis, gammaglobulina de un determinado laboratorio y que la prepaga nunca cubría…
La inexperiencia y la ansiedad te juegan en contra. Si yo tenía un problema hematológico ¿por qué ninguno de los médicos me dijo 'esto no lo puedo hacer'? ¿Por qué nadie me derivó a un hematólogo? Hoy siento que para ellos, mi caso no era más que un buen tema para exponer en ateneos. La búsqueda te vuelva ciega… y los demás siguen facturando."

El reloj
"El paso del tiempo era para mí una tortura. Había empezado a buscar hijos a los 31 años: no era joven. Pronto, mis óvulos envejecerían. Hubo muchísimos días en los cuales no quería salir de mi casa."

Nosotros y ellos
"En la pareja, lo peor es el desgaste. Por esa maldita culpa que te taladra es que te sometés a cualquier cosa: algo te lleva a pensar que le estás negando al otro la posibilidad de ser padre. Y no sólo te aislás de tu pareja. Yo estaba en una edad en la que mis amigas empezaban a tener hijos, y quieras o no, hasta los embarazos de las personas más cercanas te afectan. No quería compartir mi embarazo con nadie, ni siquiera que se supiera. Así, si lo perdía, el duelo lo hacía sola.
Fue entonces cuando pensamos en adoptar. Asistimos a varias charlas y, cuando estabamos a punto de comenzar con los papeles, vi un reportaje por tevé en el que hablaban sobre casos como el mío."

40-20
"Bastó una sola entrevista para que la hematóloga Adriana Sarto, de Halitus, me confirmara que era heparina lo que se indicaba para diagnósticos como el mío; pero con una gran diferencia: desde hacía varios años, las dosis estipuladas a nivel internacional eran exactamente el doble de lo que me habían estado administrando.
A los diez días de esa entrevista tuve un test de embarazo positivo. A la semana 12 fui a ver otra vez a la hematóloga y le pregunté cuándo podía quedarme tranquila. 'Ya mismo', me respondió." 




Santino
"Nació por cesárea el 29 de mayo de este año. Pesó 3,700 kilos. Esa noche, después de que todos se fueron y Exequiel y yo nos quedamos solos, empezamos a llorar. Tanta emoción te hace olvidar por completo de que tu panza está llena de moretones después de tantos pinchazos.
Hoy, Santino es todo, lo más importante en nuestras vidas. A veces pienso que si tenemos otro hijo no voy a ser capaz de quererlo de la misma manera. Quizá le pasa a toda la gente, ¡pero a nosotros nos costó tanto…!"


Nota de la revista Para Ti.
Para ver la nota original: http://www.parati.com.ar/nota.php?ID=5198

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